Hay tres cosas que veo todos los días: el portero del edificio, los contenedores de basura y los perros. Muchos perros. En Madrid hay medio millón y deben de pernoctar por algún rincón de la cocina de las casas; en el pasillo, que suele ser una zona de desahogo, o quién sabe si comparten sábanas de franela con el dueño.
Es un misterio que se une al misterio previo de cómo se organiza la gente para vivir en sus cajas de zapatos. Y no va por la superficie de los apartamentos. La vida en bloques está regida por algunos principios y uno básico es que el de arriba te taconea en la cabeza, igual que tú clavas las zancadas de las noches de insomnio en el cráneo del vecino de abajo. Al respecto pienso que funciona mejor tener vecinos mayores: es más agradable que te pise el cerebro una zapatilla de andar por casa, con su cadencia equilibrada, que unos mocasines ansiosos o las navajas en punta de su mujer. Pura subjetividad.
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Qué hacen esos perros. Qué comen y qué piensan de su vida. Vuelco la pregunta sobre ellos porque la versión de los dueños me la sé. Que si por el día matan el tiempo viendo un rato el programa de Anarosa o escuchando a Pepa Bueno. Que si luego salen a alternar por la tarde y otros minutos antes de acostarse. Que si saludan a sus amiguitos de la zona... Cosas así. A veces les dejan ligotear pero para qué. La mitad están castrados y la otra ha cogido el vicio de resolver las cuestiones carnales por su cuenta.
Ante la abundancia de canes, cada vez más restaurantes, peluquerías y tiendas les permiten entrar en los locales. El Mundo da hoy detalles sobre este asunto. Otros no corren la misma suerte. También existe la tendencia hotelera creciente que prohíbe la entrada de niños en sus establecimiento porque gimotean, necesitan alzadores en la silla y a veces (sólo si sus padres lo consienten), gritan más de la cuenta.
En España sigue habiendo más vacas (5,8 millones de acuerdo al último recuento del INE) que canes (alrededor de 5,4 millones, según diferentes fuentes), aunque el número de niños (4,8 millones, de entre 0 y 9 años) es inferior al de perros.
Me gustaría toparme cada vez con más niños, menos perros y..., bueno, dejemos por hoy en paz al portero.
Estoy muy de acuerdo con tus reflexiones, deberia de habewr mas niños y menos perros y menos cacas en las aceras...
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