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miércoles, 26 de noviembre de 2014

La parpaja

Las empresas deben empeñarse en disponibilizar (palabra retorcida que no recoge el RAE) sus recursos, técnicos y humanos; los trabajadores, en eficientar (tampoco figura) las herramientas  que les ofrece su puesto en la oficina. Y así es cómo todos ganaremos en comportamiento actitudinal (¿Verdadera o Falsa? Verdadera, pero ciertamente fea)

Uno se mueve con demasiada frecuencia en ambientes que son difíciles de clasificar. A veces la densidad viene de las personas mismas, a las que te gustaría meter el dedo en el ojo, remover suavemente y aún con esas algo te dice que mantendrían la mueca plana, el dolor ausente. Otras son las cortinas, mártires de poliuretano que quieren dejarse arrastrar por la gravedad y no pueden. También hay barrotes levantados con palabras que una mano recoge en una esquina cualquiera para lucirlas en descapotable.





Y entonces sólo cabe rendirse, dejar que los pies se abran a cada lado porque ni siquiera la voluntad más obstinada comprende algo de todo aquello. Natural que el cerebro salga por patas.

Ajá, una parpaja. Este insecto ha cruzado la M-30 sorteando toda suerte de obstáculos para llegar hasta aquí intuyendo que no volverá a  saltar entre cañas de cebada. 

( 'Parpaja'; voz ausente en el RAE. La diferencia:  el nombre no aprisiona al nombrado)




miércoles, 12 de noviembre de 2014

El milagro, el accidente

Será este un post desordenado. La consecuencia de retales desprovistos de su coordenada del tiempo  que por alguna razón había que convertir en traje.
 
11 de la mañana
He llegado arrastrando los pies al bar del camarero zen de dientes diminutos y sonrisa sincera. Aletea de un lado para otro entre cruasanes y panes muertos. De este sitio lo único bueno es el café, mejor en trago corto. Abro una revista: San Francisco en dos calles. ¡Allí está I! Me la imagino como una habitante más de la ciudad entramado de permanentes transformaciones.
 
¿Volverá?
 
Unos días después
I. me confirma lo que ya sabía. De pronto los horarios, la comida, la gente sin partida de nacimiento le devuelven a la etapa universitaria. La diferencia es esa capa fina bien pegada al cuerpo, imperceptible para el ojo humano. A veces lo llaman experiencia.
 
A los dos días
Me llegan algunas fotos de I y me pongo de buen humor viendo Cuarto Milenio (¿). "Hay una posibilidad entre un diez seguido de dos millones seiscientos ochenta y cinco mil de que cada uno de nosotros exista" . Habernos conocido no es un accidente, sino un milagro.
 
I. no es cualquiera. Usted tampoco anónimo lector.