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miércoles, 26 de noviembre de 2014

La parpaja

Las empresas deben empeñarse en disponibilizar (palabra retorcida que no recoge el RAE) sus recursos, técnicos y humanos; los trabajadores, en eficientar (tampoco figura) las herramientas  que les ofrece su puesto en la oficina. Y así es cómo todos ganaremos en comportamiento actitudinal (¿Verdadera o Falsa? Verdadera, pero ciertamente fea)

Uno se mueve con demasiada frecuencia en ambientes que son difíciles de clasificar. A veces la densidad viene de las personas mismas, a las que te gustaría meter el dedo en el ojo, remover suavemente y aún con esas algo te dice que mantendrían la mueca plana, el dolor ausente. Otras son las cortinas, mártires de poliuretano que quieren dejarse arrastrar por la gravedad y no pueden. También hay barrotes levantados con palabras que una mano recoge en una esquina cualquiera para lucirlas en descapotable.





Y entonces sólo cabe rendirse, dejar que los pies se abran a cada lado porque ni siquiera la voluntad más obstinada comprende algo de todo aquello. Natural que el cerebro salga por patas.

Ajá, una parpaja. Este insecto ha cruzado la M-30 sorteando toda suerte de obstáculos para llegar hasta aquí intuyendo que no volverá a  saltar entre cañas de cebada. 

( 'Parpaja'; voz ausente en el RAE. La diferencia:  el nombre no aprisiona al nombrado)




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