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martes, 24 de mayo de 2016

El cuento demográfico


Al despertar a una hora incierta el señor pasivo del quinto (sin trabajo y sin querer buscarlo) abrió El Mundo que el muchacho del primero, el hijo hacendoso del kiosquero, le acercaba hasta su puerta todas las mañanas. Leyó la página 32:

"De cada 10 personas que tienen edad de trabajar, 4,7 tienen empleo, 4,1 son pasivos (inactivos) y 1,2 son parados"



"Qué artículo más bien escrito. Y qué verdades dice", se susurró mientras le caía a borbotones la mermelada por el pijama.

Cerró el periódico y llamó a su mujer por teléfono:

"Ya te lo dije. No es tan bueno que yo me ponga a trabajar. Que de cada diez que van al curro, uno está parao. Y pueden ser dos como Pedrito deje de servirme a mí la prensa".

www.mariateresagonzalezmira.com




viernes, 20 de mayo de 2016

Volviendo de la T4

Pizza o hamburguesa. Hamburguesa o pizza. Pizza. Hamburguesa. ¿Pizza? Pizza... Aprovechó la inercia de uno de los bostezos para coger el móvil y llamar al restaurante cutre que había al lado de su casa. Las azafatas parloteaban en la cola del avión así que lo hizo sin remordimiento: "Buenas noches. Quiero hacer un pedido. A la dirección de siempre. La ranchera. Tamaño familiar. Sí, doble de queso"


Egon Schiele
El avión aterrizó a la hora prevista como escoltado por una patrulla de ángeles. El bebé gordo de la segunda fila se había quedado dormido mientras sonaban las cuatro estaciones de Vivaldi. Un grupo de franceses comenzó a dar palmas. "Menuda canción de mierda". Le entró un carcajada estúpida al imaginarse al compositor descendiendo de entre las nubes mientras se acariciaba obstinado su cabellera pelirroja. "¡Bastaaa! Parad la reproducción. Me habéis jodido la vida. No cobro derechos de autor".


Los finales de los vuelos eran así. La mezcla de fatiga y cerveza le empujaban a chapotear entre palabras, ideas y recuerdos que creía enterrados en el fondo del mar. Sueltos no tenían sentido. Pero juntos hilvanaban una historia, un relato que le distraía el tiempo suficiente para llegar a casa.



"El desembarque se realizará por la puerta delantera. No olviden recoger sus objetos personales". Parece que Vivaldi había conseguido al fin detener la cinta.



A las 00.10 la T4 se asemejaba a un congelador donde habían ido a parar animales de diferentes nacionalidades.  "Adónde irá toda esta gente". Una familia de mejicanos corría en chancletas  hacia el otro extremo de la terminal para enganchar su siguiente vuelo. Dos suecos (¿o eran holandeses?) compartían una ensalada verde con más envoltorio que lechuga. Los franceses continuaban con la juerga de palmadas mientras un grupo de chinas preguntaba la hora de apertura de El Corte Inglés. El bebé se había cagado a gusto.


Comenzó a tararear aquella canción de Pablo Moto:



"Corazones rotos cruzando el control de seguridad
fingiendo estar tranquilos con cara de sospechosos.
No dicen nada en las pantallas de información
de los retrasos que ganamos al olvido.
Es el tiempo en este viaje la peor
arma de destrucción masiva..."



En cuanto se quitó de encima la última manada aceleró el paso. Si todo iba bien en menos de una hora estaría en casa descalzo y mordisqueando pizza. Se deslizó por las plataformas móviles con el abono del metro en mano para no perder más tiempo.


Diego Manuel (www.diegomanuel.com)
"Qué curioso no hay nadie aquí dentro". "Es casi la una de la madrugada. Y es lunes...Qué esperas", le reprochó una voz de su cabeza. No fue lo único que oyó. Apoyado en la ventana, con la cara pegada al cristal, algo gimoteaba.

"¿Estás sólo? ¿Dónde está tu mamá?", le preguntó a la cosa intuyendo lo que era.
"Ey chico te estoy hablando. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres?"

Perfecto. El bulto no parecía dispuesto a contestar. Le zarandeó con dureza. La presencia del niño, viciado en su respiración entre cortada, comenzaba a desbordarle: "¡Mírame, no ves qué estas solo!"

Tenía prisa, tenía hambre y lo último que necesitaba era enredarse con un extraño. Le cogió por la espalda para colgarle como un cuadro en el cristal. El niño insistía en apartar la mirada pero su cazador le agarró de las mejillas y cedió.  

 Se miraron. Se olieron y se reconocieron.  El adulto y el niño a solas con sus miedos.

Isidoro Moreno (www.isidoromoreno.com)









miércoles, 18 de mayo de 2016

Coaching concentrado

Para ser verdaderamente responsables de nuestras vidas tenemos que hacernos responsables de nuestra boca

[Louise Hay]



foto www.lamentesmaravillosa.com

domingo, 8 de mayo de 2016

He aprendido (IV)




-Si el pasado está de visita ofrécele una taza de café; que se siente en tu sofá un rato y luego se largará
-A las comuniones, como a las bodas, se va a criticar
-Las deportivas son el comodín del armario. Combinan con medias color tercera edad y falda por el espinazo ( ellas)  y con chapela y pantalón de tergal ( ellos) 
- Si no está en internet también existe y es genuino
-A Pocoyó le pasa algo: tiene cuatro años y capítulo tras capítulo nunca le nacen los dientes
-Dios los cría y el viento los arremolina
-comerse una andarica /nécora a la semana debería ser obligatorio. Mejor si es hembra


(He aprendido III, II y I)