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sábado, 29 de marzo de 2014

A las seis de la mañana

Lo bueno de levantarse pronto es que está todo por hacer. El cielo sigue tapado entre sábanas;apenas hay gente y descubres sonidos distintos: es la primera vez que  escucho con total nitidez pájaros en mi calle. A las seis de la mañana sientes más bien frío pero caminas ligero y el corazón se ensancha al saber que es otro día. Uno nuevo, único. Distinto al resto. A las seis de la mañana piensas claro porque todo está por hacer.

lunes, 24 de marzo de 2014

New Central


Hay lugares donde huele a lejía a las 10 de la mañana. Me gustan esos lugares. 

Uno se imagina el fregoteo apresurado del dueño antes de abrir las compuertas del garito y los paseos previos con calderos de agua brava que se va por el retrete con la emoción de ir a parar al mar, allí donde deben jugar las sirenas.  


El New Central es un lugar para los sueños. Sueñan los taburetes, arrastrados por los pelos, con sentir la placidez de unas nalgas. 

Las paredes fucsia, con ponerse el traje de novia blanco y los cuadros fantasean con quitarse de encima la purpurina para convertirse en lienzo crudo. Sueñan también los vasos, las mesas, los grifos y las señoras flacas que deambulan con clavos en los talones. 

En el New Central huele a lejía porque los sueños comienzan pronto.
 

lunes, 17 de marzo de 2014

Cuando vuela sin querer

Le gusta hacer bailar la cuchara en el café aunque en realidad no tiene que revolver nada. Jamás se sirve azúcar ni sacarina. Y según el día tampoco ganas , pero el tintineo del metal le empuja a rasgar la placenta que la protege en casa. 

Para A. el ruido de la taza a las ocho de la mañana es el hermano mayor que te aprieta la mano para cruzar la calle pero que no ahoga.

A veces llega volada a la oficina sin ser consciente de que no ha cambiado de marcha en todo el trayecto de autopista. A las nueve se presupone que está sentada  pero a veces no termina allí. Antes de recorrer los diez kilómetros que la separan del trabajo se va. Flota hacia arriba sin pensarlo. Se eleva metro a metro,  al principio muy despacio. Cuando todo empieza sube lento como si no quiesiera subir del todo pero al rato ya sólo se ve unos pies colgando y A. se deja elevar como un globo de helio que no sabe adónde va, no tiene por qué saberlo.