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martes, 3 de junio de 2014

Martina


Marta tiene dos nombres que explican los dos lados de su vida. Es Martina cuando lee Celia en el Mundo de esa forma pausada pero firme que esculpe la voz de los niños en primaria. Es Martina cuando pinta y exhibe con despreocupación sus manos abullonadas que rebosan entre dedos. Martina la que tritura una montaña de galletas artiach y luego ríe.  Martina porque le salen a borbotenes las canciones de Violeta y cierra los ojos y los aprieta mucho. Es Martina la que de repente te coge la mano para ir a buscar caracoles colgados.


Es ella cuando pregunta en alto dónde está su plastidecor color carne. Siempre lo lleva en el estuche  como una premonición. Carne pálido,  hacha para la imaginación de quienes aún están en la edad de soñar con elefantes mansos. 

Se hace Marta luego, cuando apagan las luces y la oscuridad le rezuma en el pecho. Marta metida en la cama con un pijama de Dora como único envoltorio. Marta la que no comprende por qué le cae agua de los ojos.


 

1 comentario:

  1. Cuando la protagonista de este breve relato sea mayor y vuelva a releerlo,a buen seguro que se emocionará,y se sentirá orgullosa con esta pequeña "radiografía" de su infancia y de la autora del mismo.
    Felicidades!!!!

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