Acaso este lugar sólo es un pretexto para poner el alma a
remojo y esperar tu particular ablución cuando caminan las horas y se acumulan
los papeles con grapas y chirrían los teléfonos y se viene abajo una estantería
de contabilidad y comienzan a humear las ventanas de quienes no pueden
aguantarse las ganas de fumar y se entremezclan las voces por el túnel de la
escalera de los que suben a tomarse el café con leche en la octava planta.
Entonces asomas la cabeza por la puerta de tu despacho y
creo ver palomas blancas que te acompañan al cuartito de la fotocopiadora.
Anuncian tu nombre y sales del camerino con la frente ancha. Extraña bailarina de talones sobre el suelo.
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