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martes, 16 de septiembre de 2014

Canon



Ayer me recordaron que los artistas componen cuando andan depresivos. Que la creatividad es una viuda que encuentra consuelo en la imperturbabilidad de la bruma. La tos enguarra el lienzo en los días lentos y el intelecto comprende que no queda más remedio que escupir la flema. Dicen que hace falta una depresión honesta para urdir los dedos en arcilla y descubrir la fisionomía de la verdad. Qué diferente debió ser la inspiración de los empresarios y banqueros que estos días mueren desprovistos de niebla y polvo. El éxito les encontró siempre lúcidos y templados. Tranquilos como el dedo despreocupado que interpreta un repetitivo canon. Y quién discute ahora que eso no fue también música. 


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