Más abajo que yo, siempre más abajo que yo está el agua. Siempre la miro
con los ojos bajos. Como el suelo, como una parte del suelo, como una
modificación del suelo. Es blanca y brillante, informe y fresca, pasiva y obstinada en su único
vicio: el peso; y dispone de medios excepcionales para satisfacer ese
vicio: contornea, atraviesa, corroe, se infiltra.
En su propio interior funciona también el vicio: se desfonda sin cesar,
renuncia a cada instante a toda forma, sólo tiende a humillarse, se
acuesta boca abajo en el suelo, casi cadáver, como los monjes de ciertas
órdenes.
Francis Ponge Luis Serrano |
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