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miércoles, 28 de diciembre de 2016

A Melchor, Gaspar y Baltasar


Queridos Reyes Magos:

Gracias por el chaquetón de lana del año pasado y la atinada novela que me regalasteis. Gracias por la caja de Moscovitas que encuentro cada seis de enero en mi zapatilla. En nombre de toda la familia, nos satisface comprobar que os encantan los turrones con los que intentamos resarcir vuestra larga travesía. En unos días volveréis a atravesar la cordillera. Este año no me he andado con medias tintas. He escrito una carta con caligrafía limpia y clara. Me pido gratitud infinita para atraer la mejor versión que la vida puede ofrecer.

Nada más.
Un abrazo,









viernes, 11 de noviembre de 2016

Friday's coaching





Leonard Cohen. Dance me to the end of love


Dance me through the panic till I'm gathered safely in

Touch me with your naked hand or touch me with your glove

lunes, 17 de octubre de 2016

he aprendido (atropelladamente)

1. Los niños no caben en ninguna parte

.Los arrinconan en los hoteles
.Les marginan en los bares
.Comienzan a prohibirse en algunas aerolíneas y bodas.

2. Última esperanza para salvar la natalidad: que la carne de lechón-bebé se convierta en plato de culto y la idea cuaje en los hogares como ingrediente de receta thermomix.

3. Se pueden arrestar balones como se arrestan delincuentes comunes.

4. 'Campamento digital para capturar pokémon. Todas las edades'. Y que triunfe.

5. La Leonarda Da Vinci del medievo se llamaba Hildegarde de Bingen: médica, compositora, pintora,  escritora... Y escondida.

6. La intolerancia cada vez es más plural y consensuada.

7. Es más fácil mover una catedral de sitio que cambiar de convicciones.

8. Si no lo veo no lo creo pero si lo siento lo magnifico. El mandamiento del hombre moderno.

9. Hay que etiquetarlo todo. Al alto, por haber crecido mucho.  Al enano, por pequeño. Al celiaco, por no comer gluten. A los raros, por infrecuentes.

10. Si no quieres que algo se sepa no se lo comentes ni a tu almohada.










viernes, 23 de septiembre de 2016

friday's coaching

NOTA: Play a partir de 00:59!

The Less I know The Better
Tame Impala. Currents

Para los 'Angie Brad' que son; han sido; o serán

martes, 6 de septiembre de 2016

El día que J. J Ludwig encontró su cerebro

El día que J.J Ludwig encontró su cerebro todos parecían aliviados. Catherine saltó de la silla donde tenía pegadas las nalgas desde hacía treinta y siete noches y bufó al cielo. Se apresuró a coger la cesta y fue repartiendo platos de postre y cucharitas por la sala.

Su primo Samuel le paró los pies al averiguar sus intenciones. "Debe de estar loca si piensa que vamos a comer ahora pastel de arándanos con nata". Su madre, que apenas podía articular palabras después del acontecimiento, recibió con una sonrisa hundida su trozo. La pobre Cathy había estado cuidando de su hermano todo este tiempo y eso significaba mucho. "Se merece un descanso y ésta es su manera de aliviarse". Til, perplejo ante la condescendencia maternal, prefirió marcharse a fumar un cigarro.

Julian Beever
Desde las profundidades de su batín azul, J.J Ludwig respiraba lento, a brazada larga. El tintineo de los platos le devolvió de pronto a la superficie. Ahí estaban todos. Cath se pavoneaba ahora por la sala mostrando la caída de su vestido nuevo.  Samuel no pudo contener la risa al ver a aquella mujerona soltarse la melena.

J. J Ludwig se contagió del ambiente festivo y comenzó a agitar las manos como un niño de parvulario. "Esta reacción no es propia de J. J", pensó su madre mientras pasaba la lengua por el plato para aprovechar los últimos restos de nata.

A partir de entonces muchas cosas iban a cambiar. La radiografía del doctor Shepherd no dejaba lugar a dudas. El cerebro de J. J Ludwig se había ido desplazando a través de su cuerpo hasta recabar en un pequeño hueco, un espacio minúsculo entre la cutícula y las falanges del dedo de su pie derecho.

"Con un cerebro del tamaño de una avellana, a qué se va a dedicar ahora. Su cabeza era su vida. Jamás podrá volver a trabajar en la City". Til se mordía el puño de pura impotencia. "Las aportaciones al plan de pensiones, la universidad de los chicos, la casa del lago, la cartera de clientes...Todo suspendido. Tanto empeño en construir algo para nada".

Ese día  J.J durmió en la casa de sus padres, entre las mismas sábanas que tantas noches había revuelto  construyendo, pieza a pieza, su vida de adulto. Pero esta vez la calculadora de planes futuros no estaba encendida. Su cabeza, lejos del pecho, le dejaba por una vez tranquilo.

A la mañana siguiente se despertó como un aspirador nuevo. Sin más ambición que la de salir de la caja y hacer ruido.

Julian Beever

















jueves, 25 de agosto de 2016

Microcuento: Sin identidad

"¿Eres tú?, dijo al mirarse en el espejo.

"Sí, y tú quién eres", le respondió



Pablo R. Picasso


martes, 16 de agosto de 2016

He aprendido ( en verano)

1. Nos gustan las casitas. Ir a sitios y decir: yo tendría esta casita con buganvillas en la entrada,contraventanas de madera, cortinas de hilo, una cabaña en el roble y una pisicina en forma de lago. De la la dedicación y la constancia que hay detrás nadie quiere saber nada.
2. Los éxitos rápidos se esfuman rápido y el precio que pagas es la alopecia.
3. Todos identificamos el melón piel de sapo, pero qué bien queda llegar al picnic y decir: aquí traigo una melona. Las hembras tienen estrías más profundas y la piel fina. Se ven, se interpretan.
4. Lo mismo pasa con los patos: también se conjugan. Ellas son pardas y ellos tienen la cabeza verde. Me acordaré en la próxima visita al parque.
5. El culo de la botella de sidra puedes bebértelo pero no escancia.
6. Si está en la nevera, acabas comiéndotelo.
7. La hoja que cae sobre tu rodilla te recuerda quién eres y de dónde vienes.


viernes, 29 de julio de 2016

Friday's coaching (Poema de vacaciones)



                                               [Música: Interludio. Paseo Monsieur Periné]


Mientras coges la maleta
y lo cierras todo a cal y canto
te muerdes las uñas redapple en el ascensor:
"¡ay madre! ¿habré apagado el ventilador..?."

Ya es tarde, llegaste a la autopista
y te juntas con otros caracoles: siete millones más
"Pobre aparato, y menuda la factura"
Qué carajo, tú piensa en la playa
y lo mundano ya se resolverá

Mejor vivir el instante
este mismo,
¡súbelo a Instagram!

Y así pasaron unos días y otros y otros más
Bebiste mojitos y comiste ensaimada
Algunas veces brindabas con el mar:
"Qué se acabe el mundo,
que quiero morir tostada"

Al volver a casa, lo comprendiste:
317 euros el extra del ventilador
Se te cayó el moreno al suelo
y perforaste la cartera
"Qué pongan música por favor..."

Ya nadie puede oírte





miércoles, 20 de julio de 2016

coaching concentrado

Demasiadas personas gastan dinero que no han ganado para comprar cosas que no desean para impresionar a personas que les caen mal  [Will Rogers]

Cuanto más tiempo dispones para hacer algo, más tiempo pierdes en no hacerlo [Raimon Samsó]

La mayoría de la gente realiza trabajos esencialmente sin sentido para ellas. Cuando se jubilan esa verdad les cae encima como una losa [Brendan Francis]

Los que están aprendiendo heredarán la Tierra. Los que ya saben estarán perfectamente equipados para vivir en un mundo que ya no existe. [Eric Hoffer]




Fuente: OMF



miércoles, 6 de julio de 2016

No te quiero con más pelo

No puedo imaginarte a ninguna otra edad. No logro dibujarte con más pelo y menos babas. Es difícil rellenarte la sonrisa de dientes o abrocharte un par de zapatillas en tus pies enfundados en grasa láctea. Eres libre. Desnuda. Un alma al aire.

Esta tarde volveremos a una revisión para que te toqueteen esa cabecita morfológicamente abultada. Ancha, despejada. No es igual a la media, ¿acaso tú lo eres? Tu cabeza es un cohete que apunta al cielo porque desconoce las barreras y los límites. En ti  solo existe el aire. Océanos de atmósfera donde disparar brazos y piernas.

No puedo imaginarte a ninguna otra edad porque me resisto a pensar que tu sonrisa aprenda a llorar.




lunes, 6 de junio de 2016

Coaching concentrado

Resulta mucho más peligrosa la insensibilidad que las penalidades que nos pueda deparar el destino.


Pedro G. Cuartango



Juan Carlos Cutuli. Artelista

martes, 24 de mayo de 2016

El cuento demográfico


Al despertar a una hora incierta el señor pasivo del quinto (sin trabajo y sin querer buscarlo) abrió El Mundo que el muchacho del primero, el hijo hacendoso del kiosquero, le acercaba hasta su puerta todas las mañanas. Leyó la página 32:

"De cada 10 personas que tienen edad de trabajar, 4,7 tienen empleo, 4,1 son pasivos (inactivos) y 1,2 son parados"



"Qué artículo más bien escrito. Y qué verdades dice", se susurró mientras le caía a borbotones la mermelada por el pijama.

Cerró el periódico y llamó a su mujer por teléfono:

"Ya te lo dije. No es tan bueno que yo me ponga a trabajar. Que de cada diez que van al curro, uno está parao. Y pueden ser dos como Pedrito deje de servirme a mí la prensa".

www.mariateresagonzalezmira.com




viernes, 20 de mayo de 2016

Volviendo de la T4

Pizza o hamburguesa. Hamburguesa o pizza. Pizza. Hamburguesa. ¿Pizza? Pizza... Aprovechó la inercia de uno de los bostezos para coger el móvil y llamar al restaurante cutre que había al lado de su casa. Las azafatas parloteaban en la cola del avión así que lo hizo sin remordimiento: "Buenas noches. Quiero hacer un pedido. A la dirección de siempre. La ranchera. Tamaño familiar. Sí, doble de queso"


Egon Schiele
El avión aterrizó a la hora prevista como escoltado por una patrulla de ángeles. El bebé gordo de la segunda fila se había quedado dormido mientras sonaban las cuatro estaciones de Vivaldi. Un grupo de franceses comenzó a dar palmas. "Menuda canción de mierda". Le entró un carcajada estúpida al imaginarse al compositor descendiendo de entre las nubes mientras se acariciaba obstinado su cabellera pelirroja. "¡Bastaaa! Parad la reproducción. Me habéis jodido la vida. No cobro derechos de autor".


Los finales de los vuelos eran así. La mezcla de fatiga y cerveza le empujaban a chapotear entre palabras, ideas y recuerdos que creía enterrados en el fondo del mar. Sueltos no tenían sentido. Pero juntos hilvanaban una historia, un relato que le distraía el tiempo suficiente para llegar a casa.



"El desembarque se realizará por la puerta delantera. No olviden recoger sus objetos personales". Parece que Vivaldi había conseguido al fin detener la cinta.



A las 00.10 la T4 se asemejaba a un congelador donde habían ido a parar animales de diferentes nacionalidades.  "Adónde irá toda esta gente". Una familia de mejicanos corría en chancletas  hacia el otro extremo de la terminal para enganchar su siguiente vuelo. Dos suecos (¿o eran holandeses?) compartían una ensalada verde con más envoltorio que lechuga. Los franceses continuaban con la juerga de palmadas mientras un grupo de chinas preguntaba la hora de apertura de El Corte Inglés. El bebé se había cagado a gusto.


Comenzó a tararear aquella canción de Pablo Moto:



"Corazones rotos cruzando el control de seguridad
fingiendo estar tranquilos con cara de sospechosos.
No dicen nada en las pantallas de información
de los retrasos que ganamos al olvido.
Es el tiempo en este viaje la peor
arma de destrucción masiva..."



En cuanto se quitó de encima la última manada aceleró el paso. Si todo iba bien en menos de una hora estaría en casa descalzo y mordisqueando pizza. Se deslizó por las plataformas móviles con el abono del metro en mano para no perder más tiempo.


Diego Manuel (www.diegomanuel.com)
"Qué curioso no hay nadie aquí dentro". "Es casi la una de la madrugada. Y es lunes...Qué esperas", le reprochó una voz de su cabeza. No fue lo único que oyó. Apoyado en la ventana, con la cara pegada al cristal, algo gimoteaba.

"¿Estás sólo? ¿Dónde está tu mamá?", le preguntó a la cosa intuyendo lo que era.
"Ey chico te estoy hablando. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres?"

Perfecto. El bulto no parecía dispuesto a contestar. Le zarandeó con dureza. La presencia del niño, viciado en su respiración entre cortada, comenzaba a desbordarle: "¡Mírame, no ves qué estas solo!"

Tenía prisa, tenía hambre y lo último que necesitaba era enredarse con un extraño. Le cogió por la espalda para colgarle como un cuadro en el cristal. El niño insistía en apartar la mirada pero su cazador le agarró de las mejillas y cedió.  

 Se miraron. Se olieron y se reconocieron.  El adulto y el niño a solas con sus miedos.

Isidoro Moreno (www.isidoromoreno.com)









miércoles, 18 de mayo de 2016

Coaching concentrado

Para ser verdaderamente responsables de nuestras vidas tenemos que hacernos responsables de nuestra boca

[Louise Hay]



foto www.lamentesmaravillosa.com

domingo, 8 de mayo de 2016

He aprendido (IV)




-Si el pasado está de visita ofrécele una taza de café; que se siente en tu sofá un rato y luego se largará
-A las comuniones, como a las bodas, se va a criticar
-Las deportivas son el comodín del armario. Combinan con medias color tercera edad y falda por el espinazo ( ellas)  y con chapela y pantalón de tergal ( ellos) 
- Si no está en internet también existe y es genuino
-A Pocoyó le pasa algo: tiene cuatro años y capítulo tras capítulo nunca le nacen los dientes
-Dios los cría y el viento los arremolina
-comerse una andarica /nécora a la semana debería ser obligatorio. Mejor si es hembra


(He aprendido III, II y I)

lunes, 14 de marzo de 2016

Coaching concentrado

Un anciano indio americano le explica a su nieto qu cada uno de nosotros tiene dentro dos lobos que libran una batalla.



El primero lobo representa el amor y la serenidad. El segundo, el miedo y el odio. 

- "¿cuál de los lobos gana?" pregunta el nieto.
- "El que alimentemos" responde el abuelo.

-Sabiduría Amerindia -

jueves, 28 de enero de 2016

El coleccionista de pecados

Gerardo andaba rumiando palabras por las esquinas cuando Mercedes le asaltó con el plato de comida. "¿En qué andas?". Como de costumbre no le constestó porque las conversaciones mundanas le provocaban el bostezo sincero. Mercedes estaba al tanto pero no desistía. Todas las mañanas le hacía la misma pregunta con la esperanza de que Dios hubiera devuelto el juicio a ese hombre que tenía por marido.  

Era un día plomizo, o tal vez no: a él estas minudeces no le importaban. Tenía que hacer lo que tenía que hacer al margen de la lluvia o el frío. Se echó la saca a la espalda y el bloc de notas al bolso para entregarse a su labor diaria: la recolección de sucesos deporables propios de la condición humana. Gerardo era un científico del verbo impúdico y las conjugaciones criminales. Un fanático coleccionista de pecados. Ésa era su profesión desde hacía veinte años.  

En honor a la verdad hay que decir que poco le importaban los sujetos que protagonizaban las tropelías. Jamás juzgó a ninguna de las personas que se cruzaron en su camino y eso, según él, además de aportar un valor añadido a su currículum le honraba.

Su trabajo se asemejaba al de un cirujano que se adentra en la epidermis con el pulso y el arrojo suficientes para tajar sin que el enfermo sienta. Era exquisito con sus clientes que veían en él una especie de deidad dispuesta a perdonar sus faltas.





Gerardo siempre procedía igual: enfocaba la mirada sobre el pecador mientras sorbía lentamente un té como para denotar desinterés en la historia. Y no fallaba: a los diez minutos aparecía la horrorosa confesión.


Se jactaba de tener una extensa muestra de los pecados capitales, aquellos a los que más se inclina la condición humana. En su registro abundaban las personas entregadas a la gula y la avaricia, como el de de aquella extraña pareja que obligaba a sus hijos a comer raíces del jardín para no tener que ir a la compra. 




Pero también disponía de un número suficiente de historias de vanidad y soberbia que ilustrarían un vademécum de psicología. Por no hablar de la ira, de la que se nutría con las escenas representadas en su propia casa.

Ah, Mercedes. Siempre furibunda. Desalentada mujer incapaz de comprender la importancia de su coleccionismo. Él estaba convencido de que las generaciones futuras le agradecerían el esfuerzo y la tenacidad por legar información relevante de su civilización. Su mujer lo veía de otra manera. En verdad no le quitaba el sueño que pasara buena parte del día fuera de casa. Lo que desataba sus humos era que teniendo su marido una profesión tan grandilocuente no estuviera remunerada.


Esa tarde Gerardo terminó su bloc de notas con una tórrida escena de lujuria. Terminaba así la misión que había acaparado su vida: cinco mil historias de pecados para la posteridad. Al llegar a casa posó satisfecho el cuaderno sobre la mesa. "Al fin Mercedes entenderá todo esto, mi empecinada obcecación en esta magna obra".

Mercedes se había adelantado a la celebración. Junto al plato de comida, dejó una nota: "Yo soy el último pecado". Gerardo supo que dormiría para siempre solo


Denis Berrios