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viernes, 7 de junio de 2013

La polilla que se alimentaba con la pantalla del Iphone

Tengo los párpados hinchados como un sapo sediento y si el ordenador no deja de emitir luz me acabaré convirtiendo en una polilla adicta a los fluorescentes. 



Al salir de aquí tendría que pararme en cada coche para buscar líquido dorado con el que alimentarme. Me posaría sobre todas las farolas con la necesidad de tumbarme al calor de alguna bombilla. El golpe más duro sería al llegar a casa. Horror. Todos los dispositivos son de bajo consumo y mis pequeñas aletas se tendrían que contentar con una temperatura de treinta grados, añorando la exposición casi solar de los neones de los bares que dejé a mi paso, un chute de los buenos.  

Aletearía por toda la casa. Aquí y allá en búsqueda del extraño oxígeno. Pero los vecinos duermen. No hay grillos que me hagan compañía. Las televisiones están mudas y los transistores digitales son insípidamente translúcidos para una polilla. 

Qué hacer entonces. Adónde mirar. Las estrellas arden sobre el edredón del cielo y me tumbo. Abro y cierro los párpados.

Una vez. Otra más. Y entonces, aparecería ella, pequeña, comedida, chica...15 vatios en la pantalla de mi Iphone para la felicidad.

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