Eme se casa.
Y quién es él.
Da igual. Lo importante es la novia y sus mariposas estomacales. Cientos de ellas.
Sellarán sus papeles y luego reirán a solas o tomarán cerveza con pepitas premium de chocolate Cadbury. En vaqueros y con converse, probablemente. Quizá haya una foto por wasap, quizá un grito de alivio desde la atalaya del Strastosphere.
Quizá todo, quizá nada.
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