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miércoles, 10 de abril de 2013

Dios también creó cruasanes

03/04/2013


Tengo el síndrome wednesday (significa algo así como que en el ecuador de la semana empiezo a hacer cosas raras. Mariadas...)

A las ocho menos cuarto estaba en la cola de la clínica para hacerme los análisis.  Y allí estaban ellos: un grupo de viejecillos con sus tarros de orina en la mano...¿para qué camuflarlos en una bolsa? A ciertas edades uno recela tanto de lo suyo que llega a creer que su pis le hace mejor al resto. "Mi pis es mi pis, y que no me lo cambien". Pues vale, señora. Ese apego a los excrementos propios creo que no lo comparte ningún otro mamífero.

Sujetar con orgullo un tarro de los orines hace a algunas personas sentirse importantes, una muestra de que no sale a cuento irse de gala y zapatos de aguja para presumir de lo propio. Estoy segura de que algunos han estado observado su pis desde ayer por la noche. "El mío es muy amarillo".Lo agarran como si fuera oro a punto de ser hurtado por la enfermera. ¡Qué gusto tener que empezar el día organizando pises ajenos!. Supongo que esta chica vendrá al trabajo sin desayunar por la cuenta que le trae.

Mi turno. Pero no tengo volante así que me dan la patada con el 'vuelva usted mañana'. Sigo pensando en el dichoso volante; ¿me lo habrán dado? ¿dónde puede estar? con un poco de suerte lo encontraré al llegar a casa entre las acelgas y el bote de pimientos. Mariadas... Solo se me ocurre a mí ir a hacer unos análisis así, al tuntún. Si lo sé me traigo un poco de pis cetrino para no sentirme sola entre tanta clientela.

A las 8.30 moño en la cabeza entro por la puerta del ministerio. Estoy cansada y a punto de darme un vahío. La manzana me sabe a poco, entonces me acuerdo de que Dios también creó los cruasanes para momentos como estos.


Arramplo con uno en la cafetería. No es excelente pero lo degullo sin pensar en las harinas refinadas. Estoy en baja guardia.  A Maricruz, mi secretaria, le gusta mi peinado. Sin saber por qué le cuento que me nace el pelo "en algún lugar remoto de mi cabeza" y que "por eso a veces no me pongo coleta, s porque se me ven las entradas". A ella le parece interesante ir así, de pelona por la vida con surcos de carne que se confunden con pelo. Ella sabrá, pero yo creo que quizá me deba cortar el flequillo.

El día se me ha ido de las manos 

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